¿Por qué hacemos negocios con diablos o vampiros?
Ya en un artículo anterior hemos hablado de la negociación con vampiros. Ahora hablaremos de ¿por qué entramos a negociaciones con ellos? Una buena amiga me llama hace un par de días a preguntarme qué hacía con este cliente/proveedor/distribuidor (puede ser cualquiera de ellos), cuyas características eran de terror. De todo hace problemas, llama solo a fastidiar o a quejarse, nunca reconoce un buen servicio, solo recuerda las cosas malas, siempre amenaza con retirarse de la relación, etc. etc. La pregunta acá es ¿Por qué entraste a esa relación?
Los vampiros nunca podrán ser fidelizados, se van a ir con la competencia no bien les ofrezcan un centavo más, y no van a cambiar, así que pierde las esperanzas. La respuesta a mi amiga es muy sencilla: ¿Lo puedes sacar del negocio sin que te haga daño?: Sí. Entonces de una vez.
Si los funcionarios de las empresas fueran un poco más perceptivos respecto a con quien están entrando a hacer negocios, habrían menos juicios y arbitrajes. Es difícil que no hayas sentido algo al inicio de la relación con un vampiro. Lo que sucede, es que tus ganas de hacer el negocio para llegar a ese inalcanzable KPI obnubilaron tu juicio, y te hicieron entrar a una relación que estaba condenada al fracaso.
Hace poco me consultaron sobre una transacción importante en la que el comprador era una persona de reconocida fortuna, pero quería pagar un monto insignificante en partes. Mmmmm ¿no será que no te va a pagar las cuotas luego de que le entregues el producto? ¿Si tiene tanto dinero porque no te paga al contado?
En Lima hubo un connotado empresario televisivo, conocido por haber estafado a todos los socios con los que hizo negocio. Como él, siguen habiendo muchos empresarios y ejecutivos de empresas que tienen ese modus operandi. Entonces la pregunta sigue vigente: ¿No hiciste tu tarea?, ¿No buscaste información con personas que ya habían negociado con esa persona?, ¿Pensaste que contigo iba a ser distinto?. La mayor parte de personas que consultan sobre qué hacer con un vampiro con el que están haciendo negocios o con quien han formado una empresa, reconocen que en un inicio sintieron algo, pero no le hicieron caso a ese “instinto” que todos llevamos dentro.
La próxima vez que te presenten un “negocio increíble”, o uno que “a nadie se le ha ocurrido”, o uno que tiene una rentabilidad anual sorprendente, pregúntate si estas conversando con la persona correcta. Recuerda que los vampiros que viven entre nosotros no tienen colmillos, se reflejan en los espejos, van a misa, usan terno, comen pan con ajo, y salen de día. No seas ingenuo(a).
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