Podemos pasar horas, días, meses e inclusive años pensando y planeando qué hacer para llevar a cabo este tipo de conversaciones. Cómo hacer para no sonar rudos, agresivos o herir los sentimientos de la otra persona. Hasta llegar al punto en donde decidimos que lo mejor es no tener la conversación.
O puede que nos llenemos de coraje y elegimos tener la conversación. Nos preparamos, ensayamos una y otra vez y al finalizar la conversación nada salió como esperábamos. Entonces, decidimos que lo mejor es evitar las conversaciones difíciles. ¡Grave error!
Un error que queremos no cometas. Las conversaciones difíciles pueden ser grandes oportunidades para crecer y aprender. Justamente, Sheila Heen, profesora de la Universidad de Harvard y experta en el tema, nos aconseja que lo primero que debemos hacer es cambiar nuestra mentalidad e imaginar las conversaciones difíciles como conversaciones de aprendizaje.
Y ya que las conversaciones difíciles estarán siempre presente en nuestra vida, lo mejor es aprender cómo hacer para convertirlas en grandes oportunidades.