El Poder de la Disculpa (Todos nos equivocamos)

Ken Banchard tiene un libro muy bueno, escrito con Spencer Johnson que se titula “The One Minute Apology” En la introducción, Spencer Johnson menciona algo que todos habremos visto en nuestras vidas, muchas veces gente inteligente, y aparentemente exitosa, se descarrila, y son incapaces de reconocer que cometieron un error; o peor aún, son incapaces de pedir disculpas. Algo tan simple y poderoso.

Nos sucede a todos, en nuestros roles de padres, parejas, jefes o gerentes.

Como señalan los autores, pocas cosas tan poderosas como tener el sentido común, sabiduría y fortaleza para admitir cuando uno ha cometido un error y arreglar las cosas con una simple y sentida disculpa.

Ojo a los lectores del género masculino, la disculpa tiene que ser sentida. Existe mucha investigación científica sobre este tema desde la perspectiva de género (Holmes-Tannen-Schonbach-Gonzales), y la tendencia es a reconocer que las mujeres se disculpan con más facilidad que los hombres, y lo hacen para reconstruir una relación, cuando la tendencia masculina es a disculparse por conveniencia.

Estoy tentado de poner ejemplos reales como el de Trump o el de Monseñor Cipriani, pero no lo voy a hacer para no teñir el contenido de esta nota…

Sin duda, la parte más difícil es reconocer y admitir con sinceridad que uno estaba equivocado. Me ha tocado muchas veces disculparme con el personal de la oficina, con algún cliente, o con Franco que ahora tiene 10 años, si me pasé de la raya. Lo que realmente nos impide utilizar más la disculpa es ese gran ego que muchos tenemos.

Preferimos culpar a las circunstancias o a terceros, cuando en realidad, y como siempre decimos en los talleres, “todos somos responsables de lo que pensamos, hacemos o decimos”; culpar de nuestras fallas a otras personas o factores externos es un síntoma de inmadurez.

Muchas veces hemos intervenido en conflictos o negociaciones en las que una de las partes se encuentra en una posición extrema y con una actitud negativa. La reunión privada con esa parte algunas veces da como resultado que encontramos lo que llamamos “la parte baja del iceberg”. Es acá donde están las motivaciones, emociones y sentimientos.

Lo peor es que esto podría ser cambiado si la otra parte simplemente se disculpara por algo que hizo con o sin intención de afectar al otro. Todos nos equivocamos, con o sin intención. Solo un fanático religioso o político puede creer que no se equivoca y no reconocer los errores que ha cometido en el pasado de su iglesia o partido.

Termino señalando que la disculpa nos hace grandes. Solo hay que reconocer nuestra contribución a la situación, combatir la negación, dejar de pensar que el que se disculpa es el débil, aprender a ser honesto(a) contigo mismo(a). Y recuerda, más te demoras en disculparte, más se evidencia tu debilidad y arrogancia.

Como dicen Blanchard y Spencer, “Siempre podrás encontrar una excusa para tu pobre comportamiento si te sigues mintiendo a ti mismo(a)”.

Eduardo Moane

Sep, 21, 2016

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