¨A mi gente no le gusta el cambio¨

Cuando le informé a un Gerente de Recursos Humanos que desde hace unos meses ya no entregábamos material impreso en nuestros talleres, sus ojos se abrieron como si le estuviera dando la peor noticia de su vida. Me dijo que eso no podía ser, qué cómo era posible que hubiéramos hecho ese cambio, que hace unos años cuando nos contrataron unos talleres habían recibido el material impreso, y que le gustaría que para estos nuevos talleres hiciéramos lo mismo.

La historia no tendría tanta relevancia si no fuera por el hecho de que este Gerente había pasado los minutos previos indagando sobre nuestro Taller de Liderazgo y Cambio, ya que decía que había identificado que ¡a sus colaboradores le costaba mucho aceptar los cambios!

Nos decía que no entendía por qué había tanta resistencia de parte del personal si la empresa era tan abierta, flexible e innovadora. La conversación fue una especie de catarsis en la que el Gerente expresó toda su frustración por la falta de adaptabilidad de sus funcionarios.

Ahora, cuando expresaba su resistencia al cambio sobre el material en los talleres, yo no podía dejar de pensar sobre su catarsis de unos minutos atrás, cuando se quejaba de lo mucho que le costaba a sus colaboradores lidiar con los cambios.

Las organizaciones y las personas enfrentamos procesos de cambio permanentemente. Decirle a un cliente que ya no se hacen las cosas como se hacían antes; lograr que el sindicato y la empresa dejen de actuar de forma confrontacional y se enfoquen en generar valor para todos los involucrados; conseguir que las distintas generaciones que forman parte de una organización puedan trabajar bien en conjunto; reinventar la empresa frente a las nuevas necesidades y prácticas del mercado; impulsar la venta de un nuevo producto que requiere incluir en la rutina del comercial procesos distintos; hacer que durante las comidas familiares las personas no estén concentradas en el celular sino en quienes están sentados al frente, son solamente algunos ejemplos de procesos de cambio que se pueden suscitar cotidianamente.

El gran tema es el siguiente: las personas y organizaciones que no saben lidiar con estos retos, y que no logran crear los mecanismos de adaptabilidad estructural frente a los cambios, tienden a estancarse en este mundo en el que lo único seguro es el cambio.

Liderar de forma eficiente los procesos de cambios requiere, entre otras cosas, tener claridad sobre el objetivo y el reto que se quiere trabajar, mapear a los actores involucrados, identificar las posibles resistencias y sus causas, para así poder planificar estratégicamente las acciones a seguir.

Pero también requiere el análisis de uno mismo, o de la persona que quiera impulsar estos procesos que requieren liderazgo. Cuando estos procesos fracasan, se tiende a culpar a los demás, al contexto, o a las circunstancias, pero rara vez el enfoque va a los paradigmas, limitantes, y resistencias que tienen los que precisamente son los responsables de impulsar los cambios, y al sistema que han creado, que en ocasiones no es tan flexible y abierto como se cree.

Samuel Rodríguez
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Sep, 06, 2016

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